Esta es una traducción del artículo de David. Quizá pueda ayudar a aquellos que nos resulta más difícil leer en inglés:)
SKANDHAS, KELLY Y VICO
El término “ego” no aparece en los textos budistas, pero resulta útil para expresar muchas de sus ideas. Lo que sí aparece es la noción de los skandhas. Estos son rupa (fijo, de apariencia icónica), vedana (respuesta a eso), samjña (el trance resultante o patrón estereotipado del cuerpo, el habla y la mente), samskara (los constructos personales que dan sentido a tal comportamiento) y vijñana (la mentalidad inconsciente resultante que condiciona la intención y la atención). Estos constituyen un ciclo, ya que son nuestras intenciones y el resultante sesgo de la atención lo que convierte a las cosas en rupa para nosotros. Aquí quiero decir algo más con respecto al skandha en referencia a la teoría del Constructo Personal de Kelly y a la filosofía de Vico, filósofo cristiano del renacimiento italiano.
En gran medida vedana constituye el ego. Es la reacción de estar personalmente a favor o en contra de algo basándose en lo que uno cree que sabe y, por tanto, es la manera en que le damos un giro personal a la experiencia y, al mismo tiempo, nos dejamos llevar por caminos psicológicos ya conocidos que contienen un color emocional que nos es familiar. De este modo, aunque el proceso es prácticamente automático, es como si buscásemos mantenernos en un mundo permanente de certezas comparables. Evaluamos las cosas considerándonos a nosotros mismos la medida de referencia, hasta un punto en que jugamos a ser Dios. Somos el Dios de nuestro propio mundo de fantasía. Lo “conocemos “porque lo creamos. No se trata del mundo real, sino de un mundo reestructurado de tal forma que nos mantiene en nuestra zona de confort.
La palabra vedana significa “conocimiento” de un modo literal. Veda significa saber. Vico afirmaba que uno solo puede conocer completamente algo haciéndolo uno mismo. Por lo tanto el mundo real, creado por Dios, como Vico lo veía, solo puede ser conocido por Dios porque Él lo creó, mientras que nosotros solo podemos conocer los mundos que hemos creado, que, de hecho, son fantasía. No podemos arreglárnoslas sin ellos, pero podemos relativizarlos sabiendo que son fantasía y que sólo Dios conoce el mundo real. Por tanto podemos saber que no sabemos. Volviendo al Budismo podemos afirmar que el Buda es aquel que conoce esto de forma absoluta. Un Buda es alguien que ha despertado al misterio glorioso de la Estrella del Alba levantándose por Oriente. El mundo tiene mucho más que ver con un precioso tesoro que con algo de lo que se pueda sacar provecho personal.
Así, un Buda se siente lleno de admiración. Él o ella posee ecuanimidad porque se ha aliviado de la responsabilidad de crear un “mapa perfecto”. Construimos mapas del mundo a partir de la observación. Observamos lo que Dios ha creado e intentamos comprenderlo sometiéndolo a examen. Llevamos a cabo experimentos sin cesar con el fin de poner a prueba nuestro entendimiento. Provocamos a la vida con el fin de obtener una reacción ,y con ésta, buscamos verificar nuestro mapa. De esta forma generamos y mantenemos “constructos personales” (samskaras), y el trabajo del psicólogo Kelly arroja mucha luz en este proceso.
Existe también un segundo nivel. Lo que más nos interesa es, en la mayoría de los casos, cómo funcionamos nosotros y el resto de la gente. Dado que, en gran medida, nuestras interacciones se dan con otras personas, resulta de mucha utilidad tenerlos “mapeados” o definidos con exactitud. Sin embargo comprender a otra persona esencialmente significa comprender la forma en que construye su mapa. Si comprendemos sus samskaras entonces lo comprendemos, y en la medida en que los suyos son paralelos a los nuestros, sentimos simpatía y nos llevamos bien con ellos. Sin embargo es evidente que los samskaras del otro no son “hechos por Dios” sino creaciones de esa otra persona. Por supuesto son mapas del mundo creado por Dios, pero algo remotos o distantes. Gran parte del mapeado de la otra persona es también mapeado de los mapeados de, a su vez, otras personas. Por tanto en el mundo social muchas de nuestras ideas pueden distar mucho del mundo creado por Dios, o lo que es lo mismo, distar mucho de la realidad. Este es el proceso de la formación de una cultura.
Así, la cultura es el vedana de una sociedad completa o de un colectivo de personas. Conlleva rutinas convencionales (samjña) y comparte constructos (samskaras), pero el resultado final es un tipo de inconsciencia colectiva (vijñana) no en el sentido jungiano de una sabiduría instintiva más profunda, sino en el de una ceguera colectiva. Este es el origen de ese tipo de psicología multitudinaria o psicología de las masas que, en su extremo, lleva a la gente a hostilidades, guerras, persecuciones y cazas de brujas.
Despertar, por lo tanto, no es decisivamente una cuestión de estar en posesión del “mapa correcto”. Es más un asunto de ver a través del proceso de la creación del mapa, de darse cuenta de que necesitamos nuestros mapas, pero sabiendo que el mapa no es el territorio. En la medida en la que nos demos cuenta de esto, entonces podemos sostener nuestro mapas con ligereza, no resultar abatidos al encontrar mapas diferentes, mostrarnos interesados en vez de escandalizados cuando las cosas no son acordes a nuestras expectativas y, en general, maravillarse frente a la gloria de todo ello. Esta es una postura de humildad. Darse cuenta de que uno no puede saber “como Dios sabe “es un alivio enorme. Supone liberarse del doloroso anzuelo del que uno mismo se ha colgado. Abre un vasto panorama de posibilidades. Elimina el imperativo de hacerlo todo bien a la vez que libera un enorme recurso de energía disponible para investigar la vida tal como se despliega. Cuando vedana se convierte en luz, la carga ya no es pesada.